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Foto Shannon Richards |
Se trata del paso evolutivo
a un estado superior que están experimentando algunos seres humanos, muchos,
sin saber qué les está ocurriendo.
Este proceso puede darse
lentamente, que es lo más habitual, o de golpe, lo más raro, por lo que al
principio los afectados se desconciertan.
Esta metamorfosis paulatina
consiste en un cambio interior, que lleva a disminuir poco a poco el
pensamiento inconsciente y mecánico. Ese pensamiento automático que nos
gobierna a los seres humanos.
El pensamiento se va volviendo
más lúcido, al tiempo que la respiración se vuelve también más consciente y más
profunda. La persona se dará cuenta de que está más alerta, más atenta al mundo
que le rodea. Al moverse y caminar también lo hace más conscientemente.
Al mismo tiempo, poco a poco
desaparecen los resfriados, catarros y gripes, porque el sistema inmunológico
se vuelve más fuerte. Ya no se enferma con tanta frecuencia. Al principio
duelen todos los músculos del cuerpo e incluso el individuo puede notar durante un tiempo más o menos largo,
que está un poco hinchado. Pero todo eso pasa.
En la alimentación, la
persona se verá obligada a dejar de comer carne, pues su organismo no podrá
procesarla y su ingesta le producirá malestar, acompañado de fuertes dolores musculares,
pérdida de fuerzas y energía.
El individuo notará que está
en calma y que el miedo ya no le atemoriza. El genio, que es la defensa del
ego, disminuye.
Le resulta más fácil
meditar, aquietar su mente. Mira a su alrededor con otros ojos. Si el individuo
está suficientemente centrado, puede sentir las energías que emanan de otras
personas, es decir, lo que están sintiendo los demás, sus emociones y
sentimientos, tanto positivos (amor, compasión), como negativos (envidia, celos).
Y entonces puede ver el
verdadero rostro de los demás, que queda al descubierto. Esos sentimientos y
sensaciones más ocultas, que no son reconocidas por los otros, en el autoengaño
del ego, ya que se afanan en esconderlos en lo más profundo de su ser, bajo
capas y más capas, como una cebolla.
La mente, que es muy
traidora y que ha creado al ego, hará que este ego luche para no perder su
supremacía, pues está en juego su desaparición.
Cuidado con los egos que
hacen creer a la persona que se encuentra en el camino del progreso espiritual,
cuando todavía le queda mucho por recorrer. Estas personas, sin ser conscientes
de ello, han caído en una trampa.
A estos egos se les puede
reconocer porque disfrazan sus miedos, complejos y frustraciones con
superioridad ante los demás. Siempre quieren tener la razón, no toleran que se
les lleve la contraria, que se les diga que están equivocados (todos los seres
humanos nos equivocamos mucho a lo largo de nuestra vida, tanto en nuestros
buenos, como en nuestros malos momentos y de ello hay que aprender), enseguida
se ponen a la defensiva cuando se les dice algo, sacan todo su genio y hablan
con agresividad, defendiendo su verdad, ya que su ego se siente amenazado y por
lo tanto disminuido. Pero la VERDAD no necesita defensa.
La persona que realmente está experimentando la metamorfosis interior siente compasión, huye de las confrontaciones y no busca tener la razón. No desea ser protagonista de nada, ni llamar la atención, ni se siente superior a los demás. Como aprendiz de la vida, prefiere pasar desapercibido y ser UNO con el TODO, en este fascinante, extraño y loco mundo lleno de misterios.